Alberto, Patriarca de Jerusalén
"Alberto nació hacia la mitad del siglo XII en Castrum Gualterii, entonces en la diócesis de Parma, de la familia Avogadro. En el 1180 fue elegido prior de los canónigos regulares de Santa Cruz de Mortara (Pavía), entre los que había abrazado la vida religiosa. Cuatro años después fue nombrado obispo de Bobbio y al año siguiente fue transferido a la diócesis de Vercelli, que dirigió por veinte años.
En el 1191 celebró un sínodo diocesano, importante por los decretos disciplinarios emanados; promovió la cultura de su catedral, estableciendo que tres maestros del capítulo, un teólogo, un gramático y un scriptor enseñaran gratuitamente.
Alberto fue muy activo en el campo político: actuó como mediador entre el Papa Clemente III y Federico Barbarroja, cuyo sucesor, Enrique VI, puso bajo su protección los bienes eclesiásticos de Vercelli y constituyó a Alberto príncipe del imperio. Condujo, por encargo del papa Inocencio III, misiones de paz entre las ciudades de Milán y Pavía (1198), y entre Parma y Piacenza (1199).
En el 1194 elaboró los estatutos para los canónigos de Biella. Más importante fue su intervención en la cuestión de los Humillados, un grupo religioso espontáneo, que se desarrolló en Italia septentrional, deseoso de encontrar una colocación propia en el ámbito de la Iglesia. Inocencio III formó una comisión, integrada por Alberto y dos abades cistercienses, encargada de examinar el problema. En base a las indicaciones de los mismos Humillados, se elaboró una regla, revisada por un grupo de cardenales y el papa mismo, que se aprobó en el 1201.
Inmediatamente después de la renuncia de Soffredo, cardenal de Santa Práxedes y delegado en Palestina, Alberto fue designado por los canónigos del Santo Sepulcro como Patriarca Latino de Jerusalén. La elección se explica por el hecho de que la mayoría de los canónigos eran franceses e italianos, y por ello, conocían los prelados europeos. La elección, aprobada por el rey de Jerusalén, Amaury de Lusignan, y por Pedro, patriarca de Antioquía, fue confirmada también por Inocencio III, que en el 1205 le confirió el palio arzobispal a Alberto y le nombró su delegado en Tierra Santa, por cuatro años, dándole incluso la facultad de recoger subsidios para las cruzadas.
Se embarcó con una flota genovesa y alcanzó su destino en los primeros meses de 1206, estableciendo su sede en San Juan de Acre, la moderna Akko. A pesar de que la ciudad tenía ya su propio obispo, no podía establecerse en Jerusalén, pues desde el 1187 estaba en manos de los musulmanes. Su tarea principal fue la de mantener la concordia entre los jefes de los cruzados.
El 3 de octubre del 1210 coronó como rey de Jerusalén a Juan de Brienne, quien se había casado con María de monferrato, heredaera del reino, y a la muerte de ella, acaecida en el 1213, logró mantener unidos alrededor de Juan a los príncipes de los reinos cruzados; intervino ante Boemondo IV, conde de Trípoli, para que liberase a Pedro, patriarca de Antioquía, retenido por él como prisionero.
Llevó a cabo un intercambio de prisioneros con el sultán de Egipto y envió delegados ante el sultán de Damasco para tratar la paz en Tierra Santa. Su acción política y religiosa fue apoyada por Inocencio III, que apreciaba sus cualidades y le atribuyó el mérito de que, gracias a sus gestiones, Tierra Santa no cayera completamente en manos de los musulmanes, en ese momento.
El 19 de abril de 1213, el papa invitó a Alberto a participar en el concilio a celebrarse en Roma en el 1215, en el que sería discutido el problema de las cruzadas. Pero el patriarca no pudo estar presente: el 14 de septiembre de 1214, mientras participaba en una procesión en San Juan de Acre, fue acuchillado por el maestro del hospital del Espíritu Santo, que él había depuesto por comportamiento indigno.
Alberto es venerado como santo. Su fiesta comenzó a ser celebrada entre los carmelitas en el 1504, el 8 de abril. Abandonada en el 1574, se volvió a tomar en cuenta en el 1609. Actualmente se conmemora el 17 de septiembre". Silvano Giordano.
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