En 1872, Celia escribe a su hermano Isidoro, que tenía problemas económicos para sacar adelante la farmacia y la droguería que había abierto en Lisieux. Recordemos algunos fragmentos de las cartas:"Me gustaría ver prosperar la iniciativa de la droguería. Es muy doloroso tomarse tanto trabajo para nada. Tú puedes decir que conoces las inquietudes y las angustias.
""Nuestra hermana me ha hablado mucho de tus negocios. ... Le he dicho que no se preocupe demasiado por las contrariedades, que sólo tenemos que hacer una cosa: rezarle a Dios, pues ni ella ni yo podemos ayudarte de otra manera. Pero Él, para quien no hay obstáculos, nos sacará de eso cuando crea que ya hemos sufrido bastante, y entonces reconocerás que no debes tu éxito a tus cualidades ni a tu inteligencia sino sólo a Dios, lo mismo que yo con el encaje de Alençon. Esta convicción es muy saludable y yo la conozco por experiencia.
Bien sabes que todos estamos inclinados al orgullo, y con frecuencia he observado que los que han hecho fortuna son unos engreídos insoportables. No digo que yo hubiese llegado hasta ahí, y tú tampoco, pero ese orgullo nos habría manchado, poco o mucho. Además, es cierto que la continua prosperidad aleja de Dios. Él nunca ha llevado a sus elegidos por ese camino, sino que antes han pasado por el crisol del sufrimiento para purificarse.
Me vas a decir que te estoy echando un sermón, pero no es ésa mi intención. Pienso en esas cosas con mucha frecuencia y así te las digo."
Fuente: http://lisieuxbeatificacion.blogspot.com/
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