El matrimonio Martin, una aureola para dosLos trabajos referentes a la posible beatificación de los esposos Luis y Celia Martin datan de 1957. Pero hace tiempo que esposos y familias han ido recibiendo favores por su intercesión. Evidentemente, ellos no son beatificados por haber engendrado a "la mayor santa de los tiempos modernos" en palabras de Pío X, sino porque cada uno de ellos ha vivido el Evangelio lo más plenamente que se puede.
Fue el Papa Juan Pablo II quien unió la causa de beatificación de los esposos Martín, declarándolos venerables en 1994. Sólo faltaba un milagro, que se produjo en Milán, en 2002: la curación de un bebé de modo inexplicable y por intercesión de los esposos Martín. ... El Papa Benedicto XVI ha firmado la autorización a la beatificación en julio del 2008.En la pequeña villa de Alençon, Louis Martin era joyero-relojero y Zélie, nacida Guérin, era encajera, del famoso punto de Alençon. Fervientes cristianos, de una caridad concreta y efectiva, tuvieron nueve hijos. La mortalidad infantil, muy elevada durante finales del siglo XIX les arrebató 4 de ellos, entre los cuales los dos chicos. Trabajaron duro para dotar a sus cinco hijas. ...
La última de sus hijas, Teresa, nació cuando Celia tenía 41 años y fue alimentada por la nodriza Rosa de Semaillé.
El cáncer de pecho, acompañado de grandes sufrimientos, llevó al otro mundo a Celia cuando Teresa sólo tenía 4 años y medio. Esto fue el 28 de agosto de 1877. Pero Teresa pudo recordar sus primeros años llenos de amor y alegrías familiares.
Toda la familia sufrió enormemente la pérdida de la madre, pero especialmente Teresa, a quien le costó diez años reponerse de ella.Viudo con cinco hijas menores de edad, Louis Martin hizo el sacrificio de trasladarse a Lisieux, para educar a sus hijas con la ayuda de sus cuñados, el matrimonio formado por el farmacéutico Isidoro Guérin y su esposa Celina.
Louis vivió 17 años más y también conoció la "pasión" de una enfermedad que se prolongó unos seis años.
Él había consentido a las vocaciones religiosas de sus cinco hijas. Esta familia corriente no lo era en realidad. Había vivido lo que Teresa en 1897 en la poesía nº 54 expresa así: Amar es darlo todo y darse a sí mismo.
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